Condenada al mal fario,
la Petenera frecuenta el museo de la tragedia.
¿De dónde extrajo lo necesario
para abrazar lo que perjudica?
En su almohada de agua de pino
adquirió un virus.
Su llanto era balido de cordero.
En su desamparo,
le quitó el adjetivo al sábado y, para darle misterio,
lo vistió de negro.
Se quedó sin pupila y sus párpados,
bajo las alas negras de sus cejas,
cubriendo el iris de infortunio.
Sus labios fueron los mios.
- Ginés Liébana -
4 comentarios:
demasido barroco.muy buscado,si hay q decir te quiero se dice,sin mas vueltas
Lo siento pero no me gusta, si sigo este blog es por tus palabras.
No entiendo como ha entrado en Cosmopoetica este hombre.
La edad no lo es todo para ser reconocido. Es mucho mejor pintor que poeta.
¡Saludos!
Cuatro catetos si siiiiiiiiiii!
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