En un lejano pueblo de Albania, vivía el más importante e influyente sacerdote de aquellos tiempos, un hombre simple de una sabiduría nunca vista y una sensibilidad poco común.
Cierto día, llegó al monasterio donde vivía una invitación para ir a cenar a la casa del más rico de los hombres del reino. El sacerdote, que casi nunca salía de sus habitaciones, decidió que no podía seguir siendo descortés con su anfitrión y aceptó su invitación.
El día previsto para la cena, a pesar de la tormenta que se avecinaba, decidió montar en su carruaje y conducir hasta la mansión del hombre rico. Unos quinientos metros antes de llegar a la casa, un trueno asustó a su caballo y un brusco relámpago lo hizo alzarse a dos patas, arrojando el carruaje a una zanja y al sacerdote con él.
El hombre se incorporó como pudo y se ocupó en calmar al animal, acariciándole el lomo y hablándole suavemente en la oreja. Luego se miró. Estaba completamente sucio por el fango, la mugre y las hojas sucias. Pero como estaba mucho más cerca de su destino que del monasterio, decidió ir allí y pedir algo de ropa para cambiarse.
Cuando golpeó la puerta de la mansión, un pulcrísimo mayordomo abrió y, al verlo con ese aspecto, le gritó:
-¿Qué haces aquí, pordiosero? ¿Cómo te atreves a golpear esta puerta?
-Yo vengo... por la comida de hoy- respondió el sacerdote.
-Vaya poca vergüenza - dijo el mayordomo -. Las sobras estarán listas mañana, y si algo queda, cosa que dudo, debes pedirlo por la puerta de servicio. ¿Comprendes?
- Usted no me comprende- intentó explicar el visitante-. Es que yo no vengo por las sobras...
- Ahhh - se burló el mayordomo-. ¿No pretenderás pasar a sentarte a la mesa de los señores?
- Bueno...justamente...
No llegó a terminar la frase porque el dueño de la casa apareció a preguntarle a su mayordomo qué estaba pasando.
- Nada importante, patrón; es sólo que este mendigo pretende que le dé las sobras de la comida antes de que se haya servido la cena... Le he dicho que se retire, pero no deja de insistir.
- Pues que se retire inmediatamente... ¡Mira cómo está ensuciando la entrada! ¡Qué horror!... Justo hoy. Llama a la guardia y, si no se va, ¡que suelten a los perros!
A empujones y patadas echaron al pobre sacerdote a la calle, amenazado por una decena de perros furiosos que ladraban mostrando sus afilados dientes.Como pudo, el hombre se montó al carro y regresó al monasterio.
Una vez en su cuarto, después de lavarse las manos y la cara, se dirigió a su armario y sacó de allí una lujosa capa de oro y plata que le había regalado un año atrás justamente el dueño de la casa de la que lo habían echado.
Enfundado en la prenda, volvió a subirse al carro y esta vez llegó sin contratiempos a su destino.
Volvió a golpear y el mismo mayordomo le abrió la puerta. Esta vez le hizo pasar con una reverencia.El dueño de la casa se acercó y saludó inclinando la cabeza.
- Excelencia - le dijo-, ya estaba pensando que no vendría...¿Podemos pasar? El resto de comensales están esperando...
-Claro - dijo recién llegado.
Todos se pusieron de pie al verlo entrar y no se sentaron hasta que el hombre de la imponente capa tomó asiento, a la derecha del anfitrión.Sirvieron el primer plato. Una especie de sopa de verduras que, a primera vista, parecía muy apetitoso.
Se hizo una pausa y todas las miradas se posaron en el sacerdote, quien en lugar de brindar con una oración o empezar a comer como todos esperaban, estiró la mano por debajo de la mesa y tomando la punta de su lujosa capa entre los dedos, comenzó a mojarla en la sopa. En un silencio inquietante, el sacerdote le hablaba a su capa diciéndole:
- Prueba la comida, mi amor... Mira qué sopa tan riquísima... Mira esta cucharadita... ¿Y este caldo tan bueno? ... Come mi amor, come...
El dueño de la casa, después de mirar para todos lados buscando una respuesta al comportamiento de su huésped, se atrevió a preguntar.
- ¿Pasa algo, excelencia?
-¿Pasar? - dijo el sacerdote - No. No pasa nada. Pero esta cena nunca fue para mí. Cuando llegué sin ella hace un rato, me echaron a patadas. Está más que claro que la invitada es esta capa.
28 comentarios:
Ya echaba de menos yo este tipo de historias en tu blog. Un 10 para esa fotaza!! jaja momento Kodak
Un saludo artista
Siempre tienes que dar donde mas duele aunque hoy si ha sido una punzadita buena... te vas superando pequeño monstruito!
gracias por la felicitación!!!
GAGA RULES!
Lo importante no es lo que se ve si no con lo que se siente. Quiero un especial de El principito ya! Se lo merece.
Un abrazo fuerte.
La verdad es que la foto engaña en un principio, no parece que vayas a darle un capotazo a B16...
Muy buena la entrada de hoy
SALUDOS
Los entrantes por los salientes, no era asi??
Y yo me pregunto... despues de haberle dicho eso a la gentuza esa del convite. Todos se reirían o se pondrían a comer con sus capas??
Q buena moralejaaaaa!!!! me la llevo a fb!
Everytime you get it!
Everytime you get it!
Me imagino la cara del mayordomo cuando el jefazo le echara la bulla...jajajajaja!
Saluditos desde ZGZ
Si si ya se te ecahba de menos tanto viajar.... mas que el baul la pique
Bastante buena, un aprobado en la historia Joshua.
Ponte de perfil la foto que tienes ahora en tuenti no seas tonto... jajaja
Acabo de darle a me gusta desde facebook. Muy bueno tu blog me ha encantado la filosofia de la pintura y Hitler VS Charles Chaplin.
Te sigo.
Que guapo sale el papa!!!
jajajaja, si si preciosisimo!
Sí, con el corazón hasta los que sufrimos de miopía vemos maravillosamente bien.
¡¡Un abrazo para tod@s!!
Lo realmente importante es invisible a los ojos. PETIT PRINCE!!
¡¡Atentos al eclipse de luna roja esta noche!! ESPECTACULAR
Habrá que verlo, SIR!
Pero se vera en españa??
Me ha gustado mucho tu história. Un abrazo
Tita,¡que te quiero yo! Tienes que ver el eclipse, avisa a Enri.
Y yo también te quiero, sobrino guapo!!!
Hola....! Que tal?veo que tienes un sobrino poeta!!! Enhorabuena!!! guapa... besosss para los dos.
AAAAAAAAAAAAAAAAA GENIAL, me ha encantao. : D
¡Ya te iba yo a cantar las cuarenta por no aparecer durante tanto tiempo!
Ya hablaremos muy seriamente Charles...
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