Son las siete y media de la mañana y estoy viendo amanecer desde el atrio de la parroquia de mi pueblo. Escribo desde aquí porque este banco me ha llamado a festejar este momento lleno de melancolía. En unas horas, la algazara de los niños lo inundará todo. No cabrá otra cosa que ellos y sus gritos domingueros. Yo todavía recuerdo como me ponía en fila junto con mis hermanas para ir a misa de doce. Era todo un ritual: vestidos a juego, ColaCao con churros con el abuelo Jesús y repeinados con un chorreón de colonia en el pelo. ¡Qué manía de las madres con perfumarnos hasta las cejas! Yo creo que tanto alcohol en el pelo explica por qué todos fuimos inexplicablemente rubios en nuestra infancia... Al cabo de los años yo quería ser el protagonista de las misas, y como viendo que para cura había que estudiar diez años, me metí a monaguillo. Le pregunté a Don Manuel que qué había que hacer y justo entonces me hizo un gesto para guardar silencio y me señaló el que sería durante cinco años mi uniforme: un trajecito amarillo (en sus comienzos supongo que sería blanco inmaculado), muy arrugado y que me venía como un guante.
Llegó mi primer día de misa. Era martes, se celebraba un funeral y solo iban a venir ancianas. Yo aproveché para enterarme de qué iba aquello. Como lacayo sacramental me correspondía una minisilla al lado de Don Manuel. Lo miré muy lentamente como quien mira a un ídolo de masas, como un reportero que tiene acceso directo a la superestrella del momento. Recuerdo que poco a poco miré hacia delante y vi a sus fans. Desde mi minisilla tenía una panorámica envidiable de todo ese batallón de mujeres enlutadas. ¡Qué sensación! Todas me miraban, o al menos eso me parecía a mí, muy serias, moviendo los labios y contestando al unísono. Aquello era como un concierto sino fuera porque no pagaban entrada y porque cuando se acercaba Don Manuel ellas solo abrían la boca e intentaban no masticar hasta llegar a sus asientos. Me encantaba ser monaguillo. Y sí, lo acepto. Yo también probé el vino por primera vez en la sacristía. Y sí, las ostias consagradas de diez en diez están de muerte. ¡Que Dios me perdone!
Me encantaba vender velas, ayudar a las madrinas a colocar los adornos en los bancos para las bodas y limpiar las huellas de zapatos sobre las almohadillas. Me chiflaba ponerme uñas de monstruo con la cera de las velas, el ruido de mis zapatos sobre el mármol o las caras de las fieles cuando pasaba la canastilla. Algún que otro billete de mil pesetas habré arrancado con la medio sonrisa que les ponía... ¡Qué tiempos! Ahora aquí sentado me estoy pensando muy seriamente en volver a las andadas. Pero esta vez no sería de monaguillo. De cura tampoco, no me veo... Tiene que ser algo que realmente me motive. Voy a empezar a lavarme el pelo con camomila que dicen que con eso se recupera el color. Y es que yo creo que rubio se ve el mundo de otra manera.
Todos los derechos reservados. Jesús Leirós 2011 © Publicado por Unknown en 27.11.11
26 comentarios:
Yo también fui rubia bote. Jajaja
Lo que iteran son esas tardes en misa de ocho durmiendo te de aburrimiento porque no hay monaguillos guapos.
Ay mi jesusito de monaguillo tenias que estar para comerte madreeee jajajaja
Jaja jajaja que bueno eso de que todos fuimos rubios por un momento... Aishhhh
Venga Jesús que me paso por tu casa para la misa de doce que se que te gusta.
A ti te ha faltado ser churrero.
Clementeeee pasa la cesta y no robes!,,
Jesus tu y tus zonas de inspiración. Es pasar despeña perros y estas que te sales!!
No lo sabes tu bien...
Ya echaba yo una buena entrada larga. Muy buenas tus experiencias, ya nos contaras tu primera vez.
Eso mejor lo dejamos para verano, jajaja
Parece que el tiempo ya nos cambian a todos. Quien me iba a decir a mi que tu ibas a estar entre esas ambarinas, ajara. Si yo creo que churrero con tu abuelo te ha faltado, jajaja. Un beso guapo y a ver unos vemos
Ese atrio tiene que ser una jauría. A mi me gustaba jugar con el arroz cuando había boda y estaba todo banco. Menudos recuerdos y nunca mejor dicho.
Van sensibilidad y buen humor amaneciendo el día anche. Un abrazo poeta.
Que tarde te has ido a dormir hoy no????
Leiros te voy a acer un grupo en Facebook para que te gagas una foto con alzacuellos. Como echo de menos esos churritos melón.....
Que overdoseeeeee
Tu tienes la suerte de haber tocado todos los palos y quedarte con el que mas te gusta. Nos vemos en el seminario Leiros.
Ay ay ay ,ladron de guante blanco,cada dia me sorprendes mas,Tú de curita nada.
Nunca entendí por qué un niño quería ser monaguillo. Me has dado algunas pistas. Muchas gracias, tocayo. Creo que hasta se podría plantear un corto con este relato. Un abrazo. Jesús Pozo
No se te puede dejar solo! Con el frío que hacíaaaaaaaaaaa....,pero me ha gustado mucho.
Que vengan muchas madrugadas de ésas para que tú te inspires así.
¡Viva el 1, el 3, el 15, hasta el 21.
Olé.
Y VIVAS TÚ, GUAPO!
Jesús Pozo: lo del corto está muy bien. "El Leirós", el guionista y el cura porque para monaguillo está un poco crecidito.
Besos.
Te echo tanto de menos...
La cara decese monaguillo si que es un puro poema! Ese se nota q no disfrutaba tanto como tu, aunque no has escrito pq lo dejaste...
Jajaja, cuanto he disfrutado leyendo te, yo también fui monaguillo y pienso q es una experiencia bellísima en la infancia de cualquier niño que se haya criado en la trad. Cristiana. Hacia tiempo que no estaba en comunión con mis pensamientos de mi juventud y mira pe donde aquí lo hago de buenas a primeras llegando ñor casualidad por internet. Un placer leerte y lo seguiré haciendo. Un abrazo desde Chile.
Toñi este que se ha inspirado con la fresca!!! Es lo que tiene venir de fiesta a esas horas..
No si al final vas a tener razón en todo.
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