Cuando en noviembre de 1990 Antonio Gala ganaba, con El manuscrito carmesí, el premio más preciado de novela en España, no sorprendió a nadie. En realidad, relatos dialogados eran ya los hechos y aconteceres de unos personajes recortados contra un espacio, espacio novelesco, acotado en paisaje, serie de guiones que Gala preparó para televisión y reunió más tarde en un libro titulado Paisaje con figuras. Y verdaderos capítulos de novela son muchas de las crónicas que aparecen cada semana en el suplemente del periódico El Mundo, por las que Gala hace desfilar personajes y acontecimientos que, unidos por una trama que les sirve de enlace, muestran, al ser publicadas en libro, su raigambre de ancestral tradición narrativa.
Los pretextos son varios: unas veces el autor charla con Troylo, su perro, un diálogo que le permite "manifestar con desnudez mi tristeza, mi debilidad, mi abandono, mi confianza, mi soledad dolorosa en ocasiones. Otras, entrega cartas "en propia mano", o se dirige a una enigmática Dama de Otoño, o dedica sus reflexiones a Tobías (un niño que se educa fuera de España); en las últimas series dialoga consigo mismo en una mística "soledad sonora", o recibe las confesiones de tipos humanos muy diversos, que (recordando a un verso del más hermoso y enigmático romance compuesto en lengua hispana) titula " a quien conmigo va". En todas lo narrativo, la novela, es más que un germen.
La santa fusión del gozo y el dolor, la comprensión de lo que significa "morir de gusto", la nueva sensación que nos hace bendecir el sexo y su desorden, capaces de redimirnos de nuestros lastres y de nosotros mismos, estallan en agobiantes, desenfrenadas y, !quién lo dijera!, serenas preguntas: ¿Se opone el amor a la pasión? ¿Cabe la pasión sin amor? ¿Es siempre mentira la eternidad que la pasión promete y verdadera la que anuncia el amor?
El fatalismo gozosa y conscientemente aceptado por las protagonistas, porque las cosas son como son, nadie puede torcerlas; la seguridad de que todos cuantos le aconsejan volver tienen razón, junto a la certeza de que su sitio está junto a los distintos Yamam, dan forma a un conjunto de extrañas negociaciones consigo mismas.
Es el amor, en cuya esencia está la duda, sentido como una pugna a muerte "a muerte sin indulto, porque pierdas o triunfes en esa lucha, mueres". Sí, morir de amor, pero fuera de ti.
El dolor eres tú. La soledad
sentir tu aliento al lado de mi cuello.
Hubo una vez un niño, que reía
en las plazas más claras
muy cerca de las fuentes.
Y aún antes de eso, hubo
un latido dudoso,
que fue a crecer con la delicadeza
con que inaugura el campo
un día de junio. Pero estaba el crimen
acechando, el estigma
tatuado ya en su frente.
Y después, un muchacho, en el recodo
de un sosegado río entre adelfales,
donde las horas, negras
como piedras de toque,
iban hasta los últimos veneros
y regresaban sin haber bebido.
Ahora retira de mi mente tus
jaurías. Retrocedan
los sueños procelosos.
Olvídame, esto es, dame la muerte,
pues si subisto es porque tú me piensas
en cada aurora y
surtes de sangre nueva cada herida.
Bien sabes, Enemigo
mío, que no soy yo el ardiente crimen
que cometo. Tú has sido quien me impuso
el puñal y la mano, que no logran
rendirse a tu implacable
amor. Se han extinguido para siempre
las soleadas tardes infantiles,
en que todo es mañana,
y la promesa ensancha el todavía.
Tú eres hoy: el gusano
en el fruto, la joven primavera
frustrada, la anchurosa cima de
la soledad. Tú eres
el fracaso del grano de mostaza,
que no obtuvo de sí nidos de pájaros,
ni una maternal fronda
que cabecease al mediodía, y siente
dolor de todo el árbol que pudo ser, encinta de tristeza,
rumiando su segunda muerte.
Ignoro tu nombre,
que no debe pronunciarse
y está en el aire,
tal la sonrisa del gato de Cheshire,
con los brazos abiertos,
fascinando al recuerdo y la esperanza
donde quiera que miro. Sin embargo,
no te vayas muy lejos. No rehúyo
tu nombre, acaso porque,
a estas horas del alma, Tú, mi eterno Enemigo, eres lo único
que no me ha abandonado,
y tu batalla me hace compañía,
a mí, que soy tu campo de batalla.
Antonio Gala
Todos los derechos reservados. Jesús Leirós 2011 ©
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Noches de Gala
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12.7.11
7 comentarios:
En primer lugar quiero dejar claro que leí a Gala con cierta devoción al principio, pero pronto descubrí que su "literatura" es de grandes fuegos artificiales. Su gusto por la forma barroca, alambicada y con alta dosis de jarabe de melaza me resulta cuanto menos poco sincera. Gala encontró la fórmula de lo bien dicho y bien escrito y no ha salido de ahí en por lo menos, los 30 últimos años. Sus primeras obras de teatro fueron arriesgadas y algo renovadoras pero después...ha sido y es otra cosa. Sus novelas abundan en el mismo tema, que Lorca y Cernuda, por ejemplo expresaron magistralemente en tan sólo unos pocos y sinceros versos. No discuto su pluma, como digo siempre certera y manierista pero me sabe a poco; no encuentro sinceridad en sus casi rimadas palabras, bellas palabras, sí, pero con poca vida y poca verdad. Como un Góngora del siglo XX sabe hilvanar adjetivos y aparentes paradojas, el barroquismo de su soniquete es patente pero a diferencia del barroco poeta cordobés, la forma no va unida a la luz y oscuridad de un fondo genuino y ante todo, sincero...En fin, es mi opinión; la oratoria colorista, amanerada, tendrá en Gala su destello y representante pero me temo que nada más. Saludos
Dejo un fragmento de "El Imposible Olvido", el cual me ha ayudado muchas veces, dice Minaya: "Ningün final llega siempre cuando parece haber llegado. No te olvides -Y repitiö con lentitud-. No te olvides tü nunca". Haga caso a su personaje, Don Antonio... Desde el corazön, ¡änimo, fuerza y valentïa!
Más que de grandes fuegos artificiales yo diría que la literatura de Gala es de grandes fuegos de artificio. Él sigue la estela de otro gran cordobés universal: Góngora (que por cierto, este año se cumple su 450 aniversario) pero no de forma ciega y cegadora, lo hace recreándose. También del que fue lei motiv para el Grupo Cántico: San Juan de la Cruz. Él es un gran conocedor de la lengua y sabe utilizar su particular idioma literario acertado,certero y aquilatado que para nada considero barroco. Él escribe para crear ambientes, paisajes, olores, sinrazones, algo que comparado con la literatura actual chirría bastante al no tener casi detalles (casi siempre enfocada a la versión cinematográfica).
Es verdad que todavía no ha ganado los grandes Premios de la Lengua Española como pudo hacerlo hace veinte años otro de los grandes poetas cordobeses contemporáneos, Pablo García Baena. Pero es que quizás tampoco lo necesite. Sólo hay que pasearse por la Feria del Libro de Madrid para ver el éxito que tiene (sobre todo con las mujeres). Y que eso lo consiga con libros que ya no son best sellers cuenta y mucho. El mayor tirón de Antonio es él mismo. Y bien lo sabe.
Por supuesto que Antonio Gala es un gran orador, pero es que yo soy de los que piensan que los buenos oradores, son consecuentemente grandes escritores, y quizas no tanto a la inversa.
Si Antonio Gala tiene la habilidad de hablar con exquisita elegancia, abundante lexico y musicalidad todo ello con espontaneidad y agilidad mental, como no va perfectamente a la hora de escribir innovar, recrear, y colorear con palabras sentimientos, paisajes y personas.
Un abrazo Jesus, me ha gustado mucho tu comentario!
No estoy de acuerdo con Anónimo en lo referente a la similitud de los temas que utiliza en sus obras con Lorca o Cernuda. Ninguno de ellos hablaron, bien porque no se atrevieron o porque no se les ocurrió, hablar del amor pasional entre hermanos de sangre como sucede en Samarkanda.
No todos saben hilvanar adjetivos sin que suene recargante y falto de sentido. Antonio "hace Gala" de su magistral dominio de la palabra. Si es verdad que en ocasiones puede resultar tediosa su magnificiencia a la hora de describir paisajes o escenarios. Pero en lo referente a la disección de sentimientos, reconozcámoslo, es único.
Un abrazo Jesús y gracias por hacer de este especial todo un éxito.
Nos vemos muy pronto.
¡Qué grande es mi Antoñito!
¡Que poema tan precioso la que has elegido de el Casi ha desvancado a condena que eso ya son palabras mayores... uff, cuanta verdad y cuanto amor acumuladoo
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