Ya que la Navidad ha pasado, los belenes están recogidos y los adornos guardados, es tiempo de seguir viviendo esa vida en beso más allá de estos meses cándidos y perfumados de esperanzas. Pero quiero hacer antes una pequeña reflexión. El presidente estadounidense culpable de la Obamamanía ha conseguido alzarse con el máximo galardón a las labores humanitarias a nivel planetario. Sinceramente no creo que se lo merezca en absoluto. Los proyectos sin hechos no son más que vanas ilusiones, y él lo sabe. Pronunció en su discurso más veces la palabra "war" que "peace". No hace falta argumentar más. Por otro lado, el propio Adolf Hitler fue candidato nada más y nada menos que en tres ocasiones al mismo premio. Sí, el de la Paz. Por mucho que las nuevas comunidades neonazis quieran encumbrar a "Mein kampf" como punto de inflexión en la literatura germana. Sería desolador perder la cordura que estos premios buscan: el recompensar a quien realmente lucha por los demás sin importarle los medios.
El reportero se quedó mirándola extrañado y le preguntó que por qué decía eso.
- ¿Qué iba a hacer yo con un millón de dólares? ¡A un leproso solo se le puede lavar por amor!
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Unknown
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Historias de vida
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13.1.10
Quiero compartir con vosotros una anécdota que protagonizó Agnes Gonxha Bojaxhiu, conocida por todos como Madre Teresa de Calcuta. Pues bien, un día se encontraba en uno de los hospitales donde ella solía frecuentar a sus enfermos de la zona norte de la capital (la más pobre de hecho). Unos periodistas canadienses estaban haciendo un documental sobre su labor con vistas a su posible candidatura al Premio Nobel de la Paz que ganó en 1979. Uno de los periodistas al verla lavar con cariño y sin complejos a un leproso le reprochó:
- ¡Por favor, yo no lavaría a un leproso ni por un millón de dólares!
Y ella le contestó con estas palabras lapidarias:
- Yo tampoco.
El reportero se quedó mirándola extrañado y le preguntó que por qué decía eso.
- ¿Qué iba a hacer yo con un millón de dólares? ¡A un leproso solo se le puede lavar por amor!
2 comentarios:
Hermosa anécdota.
Y haber quien piense que el dinero lo puede todo...
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