Se estaba haciendo esperar el desastre natural de turno a principios de año. Esta vez le ha tocado a la tierra del sol naciente. A un país que se pavoneaba ante todos como uno de los más industrializados, conocedores de la tesis infalible para hacer de la tecnología más puntera su toque personal. Pero ni sus sismómetros de última generación han podido vaticinar el terremoto y mucho menos hacer frente al supertsunami que ha engullido literalmente la costa noreste. Pero ahora están echando cuentas a los informes que desde los zoológicos se contabilizaron semanas antes del desastre. Muchos detallan comportamientos extraños en avestruces, elefantes, simios y cerdos de los parques. Nerviosismo, epilepsia, insomnio e hipertensión en la mayoría de los casos. No quisieron darle mayor importancia y con varios disparos cargados de tranquilizantes consiguieron calmarlos. Pero solamente ellos estaban alertando con suficiente antelación de lo que ocurriría.
Ya sucedió en Indonesia en 2004 donde, a parte de tener menos parques zoológicos, tenían más en cuenta el comportamiento salvaje para predecir posibles cambios meteorológicos. De hecho, tras contabilizar las numerosísimas muertes en Sumatra, los expertos se percataron de que fueron muy pocos los animales que en libertad murieron a causa del tsunami. Los que lo hicieron se encontraban o bien enjaulados o enfermos. El resto desde hacía semanas se encontraban en cotas altas de montaña o bien habían emigrado a lugares de los que estaban completamente a salvo de la ola gigante.
De hecho el mismísimo Nostradamus se hizo en parte famoso en el siglo XVI por tener en cuenta dicho comportamiento para sus archiconocidas visiones futuras. Para ejemplo un botón. En Saint-Rèmy, al sur de Francia, supo alertar a los granjeros de su pueblo que una granizada acabaría destruyendo sus cosechas con dos días de antelación. Como una réplica del Mesías hablando con sabios despóticos, el pequeño Michel de Nôtre-Dame (su verdadero nombre) fue considerado como un loco en miniatura con aires de grandeza. Y sí, ocurrió. Todos quedaron boquiabiertos sin saber qué hacer. O creerlo o considerarlo como un golpe de suerte; o más bien de mala suerte. Michel explicó que sólo tuvo que observar al gallinero. Le pidieron que explicara cómo lo había hecho pues nadie notó diferencia alguna. "¿Es que ninguno se ha fijado que el gallo ha cantado una hora antes de lo que lo suele hacer norlmalmente?" -les dijo-. Nadie supo qué decir excepto el dueño del corral que exigió que se tuvieran en cuenta las predicciones de aquel niño-mago.
Ahora que científicos renombrados de Japón buscan entre el fango sus títulos académicos, sus probetas y sus videojuegos; los naturalistas se obsesionan en enfocar la atención científica en el sentido común. Como dijo Borges, "el menos común de los sentidos". De nuevo ha hecho falta una catástrofe de esta magnitud para comprobar que en lo sencillo está la base de la grandeza. Fijándonos en lo inmediato, en lo cotidiano, en lo natural. Naturalmente.
Todos los derechos reservados. Jesús Leirós 2011 ©
Publicado por
Unknown
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17.3.11
7 comentarios:
Realmente interesante. Ahora todos los videntes se pondran manos a la obra para ver que pasa con los terremotos... pleno siglo XXI
No todos los animales pueden sentir las vibraciones por ejemplo las aves.
pobre gente esto va a ser como chernobil
Muy buena critica a todo lo que esta pasando. Si le hicieramos mas caso a veces a los animalees iria mejor todo
Un abrazo
Acabo de ver en televisión que son los jubilados los que quieren acercarse a restaurar las centrales atómicas porque tienen ya mermada su esperanza de vida. Eso es Japón. Admirable.
Paso de salir con mascarilla por la calle cuando nos vayamos a Tokyo y Yeyi que le da igual tener cuatro ojos si total...jajaja
Uff, con todo lo que sabe Yeyi con dos no la quiero ver con cuatro...!!
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