
La melancolía por ser vecina del desamor
siempre encuentra rincones a los que la razón no llega.
Se cuela en todos los escenarios,
como una mariposa que te acaricia
con sabores pasados
y que rememoran el hambre
de su boca dilatada.
Es como un estanque que se abre ante ti para que lo bordees, lo atravieses o te ahogues.
Sólo así consigues conocerla.
Yo en cambio la observo desde el filo de la imprudencia.
Quiero conservar así todos estos momentos,
para que los vivamos juntos.
No hará falta ensayar,
tan sólo ven,
no tardes, que hace frío.
¿No ves que todavía te sigo guardando el otro lado?
He comprendido en este tiempo
que la rosa es roja
que es roja por la sangre
sangre que expira sobre las yemas
de quien abrazó sus espinas.
Hoy no tengo rostro
ni alma, ni apellido, ni camaradas,
por no tener no tengo ni sombrero.
Tan sólo mi sombra que, como el olvido,
crece cuando ando de espaldas al atardecer
haciéndose gigantesca ante mí.
Yo también te quiero.
Todos los derechos reservados. Jesús Leirós 2010 ©
Publicado por
Unknown
en
30.9.10
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